Blogia

wwwchokis

CALENTAMIENTO GLOBAL

CALENTAMIENTO GLOBAL

El calentamiento global es un hecho y en el país los efectos ya son evidentes. Según datos del Instituto de Hidrología Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) y el Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Colombia, la temperatura del aire aumentó entre 0,1 y 0,2 °C por decenio durante la segunda mitad del siglo XX.

 La señal más clara es el retroceso de los nevados en el país. En 1974 se disponía de un área de aproximadamente 94 kilómetros cuadrados (km2), en 2003 esta área disminuyó a 55 km2. Cada año, estas zonas pierden entre 2% y 3% de su superficie. En las costas colombianas se ha registrado una tendencia al aumento del nivel medio del mar de tres a cuatro milímetros anuales en el Pacífico y uno o dos milímetros en el Caribe.

La frecuencia de las lluvias también ha aumentado o disminuido en algunas regiones. “Los cambios son progresivos y las consecuencias afectarán a la próxima generación, en unos 60 años. No vamos a ver un aumento brusco de la temperatura o del nivel del mar; sin embargo, los efectos ya son evidentes y por eso grupos de investigación de las universidades y otras instituciones han desarrollado diferentes estudios con resultados que orientan sobre qué hacer en Colombia”, explicó José Daniel Pabón, director del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Colombia e investigador reconocido en el ámbito internacional sobre el tema de cambio climático.

Dichos efectos fueron evaluados de forma preliminar en la Primera Comunicación Nacional de Colombia ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en 2001, cuya elaboración fue coordinada por el Ideam.

“En estos documentos se presentó un diagnóstico de la situación del país, un inventario de gases efecto invernadero (GEI) que contempla emisiones, fuentes y actividades que pueden ayudar a capturar dióxido de carbono (CO2), que es uno de los gases de mayor preocupación en la agenda, por sus efectos en el calentamiento.

También se presentaron las acciones de mitigación, es decir acciones de reducción en la emisión de GEI y la vulnerabilidad de los diversos sectores ante este fenómeno”, indicó Luz Dary Yépez, coordinadora del Grupo de Cambio Global de la Subdirección de Estudios Ambientales del Ideam.

LA TUSA DE AMOR

LA TUSA DE AMOR

  

MAL DE AMORES

Para nadie es un secreto que absolutamente todos hemos sido victimas de las famosas “tusas”, a las cuales los colombianos llaman una pena de amor. “El Mal de Amores es esa condición terrible de estar enamorado pero con despecho, loco pero sin ser correspondido. Superar esta traga maluca no es fácil, no lo sueñes. Aquí sólo encontrarás inútiles remedios y bálsamos para esta angustiante enfermedad, que usualmente viene acompañada de depresiones, melancolía, borracheras, resacas y otros excesos”. Dice la doctora Ivonne en su página http://tengomaldeamores.blogspot.com/ Este es, por fin, uno de los mejores análisis del Mal de Amores que jamás haya leído. Lo escribió el filósofo, docente, ensayista uruguayo y etc. Sandio Núñez y es de verdad, una de las cosas más lúcidas que hay sobre el tema. SECRETOS DEL CORAZON:El mal de amores es wertheriano. Es una máquina narrativa dolorosa, con final infeliz, entre un narcisista y un obsesivo. El objeto amado se escabulle, se esconde, juega a la indiferencia, aparece y desaparece en un horizonte imposible. Es impenetrable y hermoso. Irreal, como la ruina tibetana. Mientras, del otro lado, la otra pieza de esa máquina asfixiante, yo sufro, yo lloro, yo me afeo, yo me muero. Esta máquina es animofágica. La belleza del otro, mágica crueldad, parece alimentarse y crecer de mi propia energía, de mi espíritu. Mientras el otro embellece yo voy perdiendo compostura. Las lágrimas se van llevando mi maquillaje (incluyendo cualquier postura muscular facial, cualquier pose). Finalmente, pierdo, real y definitivamente, todo maquillaje, todo tono muscular, toda compostura -me muero. Mi afeamiento, así, parece ser una especie de desnudamiento, grotesco strip tease, pérdida de maquillajes y prótesis. Ni bien el amor (o el mal de amor) me altera, también me abisma, me ensimisma, me inventa un alma. Me hace escritor, onanista, me aburguesa. Cuando me enamoro, también, en algún momento, necesito espacio. Quiero estar solo, reflexionar, escribir, decir Yo. Decir "yo sufro" me hace sufrir menos. O pone a mi sufrimiento, por lo menos, al alcance de una cultura, de sus juegos y sus negociaciones, de sus protocolos discursivos. Decir "Yo te amo" hace, automáticamente, que la locura peligrosa y voluble del amor, adopte las formas religiosas de la confesión, o, lo que es más o menos lo mismo, las formas estéticas de la poesía. El enamorado nunca duerme, nunca descansa. La posesión del objeto amado puede no ser solamente la clausura de un drama (el del amor no correspondido, el de la soledad barullenta y tormentosa, el de la búsqueda), sino que puede ser, y con frecuencia lo es, el comienzo de una tragedia: la de los celos, la de la paranoia, la de la obsesión. El celoso, el paranoico, descentrado, volcado masivamente hacia la exterioridad, incesantemente atento a las tormentas cotidianas de la distracción, las negligencias, los descuidos, las torpezas, o, a veces, las crueldades de lo amado (en realidad, para él, todo, en el objeto amado, son crueldades), no dice Yo, no puede decir Yo, a no ser desplazado en formas dativas, acusativas o posesivas (a mí, de mí, mío, mi amor). Nada, lo que se dice nada, podrá satisfacer al enamorado. Él es su sufrimiento.